El último parte no da tregua, lluvia y nieve a partir de los 1000 m. así que preparo algo más de ropa de abrigo, que nos va hacer falta.
Son las seis menos diez cuando me acerco a la linea de salida, con disimulo voy haciendome un hueco hasta colocarme en segunda fila detrás de los cracks, Iker Karrera, Chorier, Iker Urizar, Oscar Perez.... y algunos franceses con pinta de galgos.
Salimos a las 6:00 de la máñana bajo una lluvia debil, se sale rápido, pronto se rompe el grupo y se van unos diez corredores, decido parar un poco y coger mi ritmo, todabía queda mucho, tranquilo, pienso.
El terreno está muy resvaladizo, hay que afinar más la vista e intentar no distraerse lo más minimo.
A unos veinte metros va un corredor con un frontal que alumbra de más, decido alcanzarle y colocarme detrás de el para, uno, ir acompañado por lo menos hasta que amanezca y dos, aprovechar su iluminación para ver mejor el camino.
Van pasando los kilometros y ya el cielo empieza a clarear, pronto se hará de día, sigue lloviendo.
Llegamos al primer avituallamiento, muy surtido como tenía el recuerdo de hace dos años que participe en la misma carrera.
Mientras como algo, aprovecho para sacarme las molestas piedrecillas que me han entrado en las zapatillas. Salgo del avituallamiento y me doy cuenta de que dos corredores salen detrás de mi a unos cincuenta metros, decido esperarles, los dos son franceses.
Van pasando los kilometros, sigue lloviendo, uno de los franceses se ha quedado unos metros en una subida, el otro va fuerte y decido seguirle, el ritmo es bueno.
Llegamos al segundo avituallamiento, busco las patatas fritas saladas, aprovecho para sacarme otra vez las piedrecillas dichosas de las zapatillas, cuando salgo me quedo solo, el frances parece que se ha quedado a comer algo más, decido no esperarle y hecho palante.
Hecho un vistacillo al perfil de la prueba, parece que nos viene una larga subida hasta no sé qué castillo famoso en la punta de un monte.
En este tramo ya nos juntamos con las otras dos carreras de 20 y 40 km.
Coincidimos con los primeros corredores de la de veinte que nos pasan como motos, pero por otro lado también coincidimos con los últimos corredores de la de cuarenta que no llevan un ritmo muy rápido.
Según vamos subiendo al castillo en ruinas el viento se intensifica y la sensación térmica de frío aumenta bastante, los montes de alrededor están nevados, que horror!
Descendemos del castillo y entramos algo en calor, ya hemos pasado el ecuador de la prueba, empiezo a sentir algo de debilidad, vaya me viene el bajón, pienso.
Efectivamente, no voy... como algo, más que nada para engañar a la cabeza, pero sé que voy a tardar algo en darle la vuelta.
Llego a otro avituallamiento y me quedo a comer y beber algo más de lo normal, quedan unos veinte kilometros para terminar, el perfil no es muy exigente, quitando el último repecho y es un terreno bueno para patear.
Poco a poco me voy sintiendo mejor, vuelvo a recuperar el ritmo bueno y encima ha dejado de llover.
Voy pasando a gente de todo tipo, gente de edad, otros algo más jovenes, la mayoría con los chandals o mallas embarradas, las zapatillas ni se ven del barro que llevan, calados hasta la medula, pero felices y sonrientes, por la gesta que están haciendo cada uno en su medida.
Muchos te saludan al pasarles, bravo! Super! Courage!
Vamos, vamos, que estos van de paseo y yo me estoy dejando los huevos! pienso.
Aun así les dedico una sonrisa, como agradecimiento a sus animos.
Ya queda poco, llego al último avituallamiento liquido, un par de tragos de agua y encaro la última subida cañera del día, aquí alcanzo a un catalan, va tocado, me comenta que delante va un frances que sube muy bien, pero bajando es bastante malo.
Conozco el terreno de hace dos años y sé que los últimos kilometros son un poco técnicos.
Creo que tengo posibilidades de adelantar un puesto más , me concentro, quedan unos cinco kilometros y hay que darlo todo.
Termino el repecho y comienza el tramo de pedrera, horror!
Las plantas de los pies van doloridas, a ver, casi ocho horas con los pies mojados... que quieres!
Hay que seguir, comienza la bajada a Lavelanet, a unos cien metros veo a un corredor entre los arboles del bosque, le voy alcanzando, será el frances, sino...
Efectivamente, al adelantarle me fijo en el color de su dorsal y es de la carrera de setenta y cinco, a decir verdad baja bastante mal y no me cuesta nada dejarle atrás.
Unos metros más y llego al final del bosque, para descender una empinada cuesta de unos cincuenta metros que te deja practicamente en linea de meta.
Llego a meta, creo que sobre los diez primeros y con la sensación de que lo he dado todo y me ha salido un carrerón.
Al final termino 8º en 8:00.
